martes, 2 de marzo de 2010

LAS TALLAS, EL NUEVO SOFISMA

Hasta hace poco tiempo, ir a comprar ropa era realmente emocionante, y funcionaba como una terapia de relajación, pero ahora las cosas son muy distintas, pues conseguir algo que nos quede bien es un total desafío y el estrés que esto genera es más alto que incumplir con las obligaciones financieras; y es que a la hora de buscar ropa nos encontramos con el terrible y temible momento de tenernos que probar las prendas, lo cual es terrible porque la talla que normalmente manejamos ya no entra o nos queda tan ajustada que respirar es casi imposible y temible porque aumentar de talla es calificado en nuestra sociedad como un pecado capital, pues es la forma como te comunican que estas “gorda”.

Compartimos un mundo lleno de mentiras y distractores que no hacen otra cosa que sumergirnos en mas angustias de las que realmente necesitamos y es que encajar en un grupo social no es fácil cuando los parámetros que nos ponen pueden ir en contra de nuestra propia integridad; pues para todos es un hecho que la obesidad y el sobrepeso generan trastornos graves para la salud, pero lo que nuestra ilustre sociedad hace es convertir la obesidad y el sobrepeso no solo en un problema de salubridad, sino en un problema mental, que nos lleva a las mujeres principalmente a sufrir de fuertes depresiones causadas porque tener curvas se volvió un pecado capital, al punto que es mejor ser una “flaca enferma” que una mujer “normal saludable”. Pero que hace que cada día nos sintamos con mas curvas o más rellenitas que antes? Por un lado un mundo que nos ofrece una dieta rica en carbohidratos y con pocas posibilidades de quemar energía mediante movimientos físicos (cada día nos quieren más quietas, usando ascensores, escaleras eléctricas o pegadas a una silla, solucionando los problemas por teléfono o vía internet) y por otro lado las tallas cada día son más pequeñas, aunque el numero realmente no varíe.

Existen marcas de ropa que brillan por elaborar prendas que parecen hechas para” barbies o para anoréxicas”, pues difícilmente una mujer normal con curvas entraría en ellas, y es que aunque el número puede seguir siendo 10, 12, 8 o 14 las prendas son cada vez mas angostas y prueba de ello es que sin necesidad de subir de peso nuestra talla aumenta sin parar; claro, aquí podríamos pensar que los tallajes de la marca X no son iguales a los tallajes de la marca Y, y entonces es por eso que percibimos que nuestra talla cambia sin ninguna razón. Pero lo que normalmente no se tiene en cuenta es que las mujeres tenemos una tendencia a “casarnos” con una marca determinada de ropa, ya sea porque fabrica prendas que son de nuestro agrado y/o porque cumple con las condiciones anatómicas adecuadas a las curvas femeninas que cada una de nosotras maneja, es en este momento donde la verdad sale a la luz ya que si no se ha tenido un cambio de peso, porque si hay un cambio de talla?, cuando se le pregunta al dependiente o a quien nos está atendiendo, la respuesta es “que la nueva colección viene un poco más ajustada, pero tal vez la siguiente talla le quede mejor”; es decir, la nueva colección manda la parada y usted debe bajar esos kilitos que hacen que ya no quepa en la talla a la que está acostumbrada, no importa si esos kilitos después le hacen falta, lo importante es estar a la moda.

Tal vez lo más complicado de esto es la doble moral que se maneja, pues todos los días en los medios de comunicación vemos como se hacen campañas en contra de la bulimia y la anorexia, pregonando que” lo mejor” es cuidarse para estar saludable y que no importa tener curvas; sin embargo todas los avisos publicitarios tienen mujeres flacas, y las tallas cada día parecen usar esas modelos para confeccionar las prendas a la medida de ellas, que por cierto y según nuestra sociedad no son pecadoras porque cada vez tienen menos curvas, sin importar el precio que tengan que pagar. Tan engañadas estamos que la campaña que Dove realizó hace un tiempo llamó intensamente la atención por usar mujeres normales (con curvas) como modelos para sus avisos, cuando esto debería ser lo cotidiano y no lo extraño, pero bueno, es un esfuerzo que aplaudo pues por algo se empieza y ojalá no ocurra lo que muchas veces mi abuelita decía “una sola golondrina no hace llover”, ya que hasta el momento son los únicos audaces que han salido al ruedo mostrando la realidad.

Esperemos que el mundo de la moda, el cual también vive pregonando sus preocupación por las niñas “hiperdelgadas”, caiga en cuenta del abismo absurdo al que nos empujan con sus pequeñísimas tallas y abran los ojos para ver que las mujeres tenemos curvas, y que lindo seria disfrutar de ellas sin sentir que estamos faltando a alguna ridícula regla.