Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer a una mujer hermosa
procedente de Sahara Occidental, debo confesar que no tenia clara ni siquiera
la ubicación de este lugar, lo cual hizo que cuestionara los conocimientos que
recibí de Geografía universal. A pesar
de compartir pocos días con ella, aprendí varias cosas de un lugar tan distante
y apartado de Colombia.
Fue impactante ver el paisaje, pues compartíamos fotografías ya que ella no
conoce Colombia y claro!, yo no conozco Sahara Occidental, realmente el
contraste del verde de los paisajes Colombianos, al ocre de los paisajes saharaui
es impactante.
Pero reconozco que de todas las cosas que ella me compartió de su país, la
que más me impactó fue la historia del té.
Un día nos invitó a varios a tomar el té, para cumplir el ritual
extendió una manta grande en el Turia, allí nos sentamos, luego sacó tres pequeñas teteras y nos explicó
que para los Saharauis en el momento de tomar té, se sirven tres tazas, la
primera es amarga, como la vida, la segunda es dulce como el amor y la tercera
es suave como la muerte.
Nunca había imaginado que una bebida pudiera expresar tanto y que fuera tan
especifica y exacta, por lo que me propuse comentar esta costumbre Saharaui,
porque en Colombia una taza de café es compañía pero nunca una reflexión tan
profunda como la historia que acabo de contar.