Cual es el debate diario que tienen los publicistas con los clientes?
Publicista: Como le pareció el arte?
Cliente: M,m,m no sé. M,m,m, no me gusta.
Publicista: Que no le gusta?
Cliente: No sé.
NO SÉ se ha convertido en la explicación favorita de los clientes para no tener que justificar o argumentar de forma clara y objetiva la opinión que tienen frente al trabajo de un diseñador o publicista.
Los clientes tienden a pensar que los diseñadores o publicistas somos una especie de adivinos o brujos que sabemos leer las mentes y por ende podemos plasmar en el papel o cualquier otro sustrato, las ideas ocultas que ellos tienen para comunicar cosas acerca de sus productos o servicios.
Los avisos publicitarios son el resultado de una buena comunicación y una buena dirección por parte de los clientes, entonces porque dejar al azar lo que queremos comunicar con esos avisos. En muchas ocasiones los clientes nos confunden con su direccionamiento y terminamos haciendo avisos contradictorios, solo por “darle gusto al cliente”, o simplemente hacemos avisos que van en contravía de alcanzar el objetivo, para lo que inicialmente fuimos contratados; y entonces surge la pregunta quieren una asesoría o simplemente un organismo ejecutor de ideas que cumpla “obedientemente” todos los “caprichos” del cliente. Sí, cliente “caprichos” pues honestamente muchos de los cambios en los diseños no tienen una justificación objetiva, sino cumplen con un deseo “porque si”, sin importar las consecuencias que este acto pueda representar para su producto o servicio.
La reflexión esta en que los clientes deben confiar en su criterio y no pretender que el diseñador o el publicista adivinen en donde esta el “no me gusta” o que lleguen a lo que se quiere comunicar por arte de magia, sin una buena retroalimentación.
Para completar también tenemos el caso de los clientes que temerosos consultan el arte final de un aviso con muchas personas y al final confundidos pretenden que las opiniones de unos cuantos vayan todas plasmadas en las correcciones del mismo; será que ser publicista es como ser director técnico de un equipo de fútbol? (nadie sabe bien, pero todos quieren opinar). Y como todas las personas sienten que tienen un publicista dentro que les da derecho a “desbaratar”, la comunicación que se ha enfocado después de muchos estudios y análisis del consumidor, entonces terminan criticando un aviso desde la parte subjetiva y lo peor es que logran echar al traste todos las justificaciones objetivas que se tenían al momento de realizar el aviso. La opinión no es mala, lo malo es que cada uno tiene una y lo malo es creer que todas las opiniones son “verdades”, además porque esas “verdades” pueden confundir a nuestros consumidores que finalmente son los que tienen la ultima palabra.
Todo este resumen de sucesos tienen como finalidad mostrar un poco, lo desgastante que puede llegar a ser la relación laboral Publicista – Cliente, y de como esos sucesos se convierten en barreras creativas que no hacen otra cosa que subvalorar el trabajo publicitario y dejar al cliente con la odiosa sensación de que la publicidad es solo una cosa estética y que los consumidores solo responden a lo “bonito” o “feo” que les parezca un anuncio; si esto es así en donde quedan los estudios de mercado y las estrategias publicitarias?, pues lo realmente importante no es si es “bonito” o “feo”, sino que los consumidores lo recuerden, lo amarren al producto y luego vayan y lo compren.
Como visitaste mi página, entré a ver la tuya. Muy interesante este artículo. Me hace pensar que eso sucede en los que somos consultores o asesores en cualquier disciplina. La señora que llega donde el modisto y le insiste en que quiere determinado modelo sin que le quede bien. En mi caso, el contratante que cree saber de protocolo y pide tal o cual proceder "porque así lo vi en tal evento". La experiencia me ha enseñado que, de antemano, se le avisa al cliente que se le agradece el respeto por las sugerencias o el trabajo determinado. Esto significa, mejor, rechazar un trabajo en el que el cliente quiera imponer su "protocolo", antes de quedar el nombre de uno mal con una equivocación visible.
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