Las emociones siempre han dominado de alguna manera la forma como
los consumidores toman sus decisiones de compra, sin embargo últimamente el miedo parece ser el sentimiento que más moviliza a las
masas.
Hoy se llama Chicunguña, pero hace unos meses se llamó ébola y
hace años se llamó AH1N1 y claro por tratarse de enfermedades generan miedo en
la población, pero ese miedo es aprovechado por las marcas para popularizar
productos que en otras circunstancias serian inútiles y por tanto no contarían
con la aceptación del mercado. Así en su momento los geles sanitarios fueron
impulsados gracias a la aparición del AH1N1, hoy los repelentes para mosquitos
son muy importantes porque nos protegen de la picadura del zancudo que
transmite la enfermedad, y aunque el repelente no es un producto nuevo, su uso
se ha incrementado gracias al miedo que
genera enfrentarse a los dolores articulares y la fiebre propia del
chicunguña. Incluso en las redes
sociales circula información que aumenta ese miedo con temas como que esta
enfermedad es creada en un laboratorio o que terminaría generando traumas de
por vida. Pero estos son solo ejemplos, pues a través del miedo se
comercializan bloqueadores solares, jabones, cremas, gases pimienta, cercas,
alarmas, seguros de vida y todo riesgo, vitaminas, etc.
Es cierto que las personas respondemos ágilmente a las emociones,
pero hasta que punto movilizar a las
masas con miedo, puede ser una relación a largo plazo entre marca y
consumidor?, que pasa cuando ese miedo se disipa?, se acaba entonces el
argumento de venta?. Esta es una
reflexión importante pues si lo que se quiere es una relación duradera con los
consumidores una emoción negativa como el miedo, no me va a permitir algún
progreso al respecto, y es ahí donde se generan nuevos miedos, lo cual puede
llevarnos a pensar en que la venta no es el producto o el servicio si no el
miedo como tal; y claro como da resultado, lentamente se han ido desplazando
otras emociones como el amor, la amistad y la solidaridad, que pueden generar
recuerdos positivos que terminan reforzando la relación entre marca y
consumidor, haciendo que se entiendan por largo tiempo y que incluso se pueda
transmitir a futuras generaciones, pues finalmente lo que un día nos
asustó, no necesariamente tiene que
impresionar a los nuevos consumidores.
Es por esto que vale la pena preguntarse, que tipo de
estrategia lleva la marca que represento?,
pues a veces queda la impresión que no se esta construyendo futuro en las marcas,
si no se esta creando reacción en el presente,
y eso a la larga no le aportará un crecimiento real al producto o
servicio y obviamente no le permitirá una clara proyección para enfrentar a los
nuevos consumidores. Así las cosas, vale
la pena preguntarse que se quiere si futuro o solo presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario